El palaciego, entonadísimo como ya dejó entrever ante el Espanyol, fue decisivo para desactivar a los de naranja. De hecho, pasada la hora de juego, una nueva penetración del 16 dejó a Mercado solo para ponerla atrás a Correa, que remató arriba muy forzado. El argentino siempre lo intentó, pero parece que su acierto de cara al gol se hace esperar. La clasificación, entonces, parecía no correr peligro a falta el gol de la tranquilidad, que llegó nada más salir Nolito.
Nolito fue el ideólogo del segundo tanto nada más salir, permitiendo a Ben Yedder batir a Babacan de tiro cruzado
Precisamente el sanluqueño fue su ideólogo, avanzando en jugada individual y permitiendo a Ben Yedder recibir escorado, pero con ángulo suficiente para batir por bajo a Babacan. El error, con el meta batido, de Nzonzi unos segundos antes, parecía quedar en anécdota. Y es que la recta final el Sevilla se esforzó en intentar hacer algo más de sangre si cabía, pero en una jugada aislada, Visca aprovechaba un rechace en una acción que venía de fuera de juego para poner el 2-2.
Todo cambiaba, con diez minutos por delante, ya que a los otomanos les hacía falta sólo un gol más. Achucharon de lo lindo obligando a la grada a convertirse en uno más. Incluso Emre la tuvo con una falta al poste, pero pese al desconcierto de esos minutos, no hubiese sido justo un final alternativo. El pitido final llegó con la explosión de júbilo que denotaba lo que ha costado, pero la fase de grupos volverá a tener, por tercer año consecutivo, color sevillista.
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